LOS CUENTOS DE ASÍ FUE
La literatura es por excelencia el lugar en donde la imaginación cobra vida. Imaginar es también recordar. De forma que, cada vez que recordamos nos sumergimos en un mundo que no es, que fue y que dotamos de nuevos significados. Creemos recordar perfectamente un lugar, una persona, un tiempo en particular. Pero todos estos recuerdos se van recreando una y otra vez al pensar en ellos.
Algunos recuerdos se convierten en historias, cuentos o leyendas. Sobre ellas se va cimentando el mundo; con ellas le damos, también, sentido. Buscamos la explicación de lo que nos rodea: ¿por qué la ballena, siendo tan grande, come los peces más pequeños?, ¿por qué el dromedario sólo tiene una joroba?, ¿por qué conocemos como alfabeto a unos cuantos garabatos?, ¿por qué tiene el elefante una trompa?, etc. Y son esas pequeñas historias las que nos atrapan e incitan a seguir creyendo; a seguir creando. Buscamos entonces las más claras semejanzas entre las nubes y los objetos, la razón de las tardanzas, la explicación a los sueños. Porque al imaginar nos abandonamos a un mundo enteramente nuestro, donde no existen los prejuicios ni problemas.
Dentro de esta misma imaginación es donde se encuentran Los cuentos de así fue de Rudyard Kipling. Doce pequeños cuentos que nos regresan a esa infancia llena de tantas preguntas de las que nos teníamos que inventar las respuestas. Ahí, donde los genios no estaban vetados de la realidad, ni era imposible entablar una conversación con los animales. Doce pequeños cuentos donde el narrador es también la voz de un padre o de una madre; un libro que se nos presenta como las historias de antes de dormir, lleno de fantasía y ensueño.
Similar a su novela más conocida, El libro de la selva, en este libro abunda el paisaje natural, la fauna silvestre en la cual el hombre es apenas un personaje que se va desenvolviendo o un espectador. Un libro adornado con imágenes que complementan la lectura y nos muestran los propios dibujos de Rudyard, por si acaso deseamos adentrarnos más en su mundo o inventar el nuestro. Un libro, en fin, tan corto y sencillo con el cual se recupera un poco de la infancia perdida.
