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HAY ÁRBOLES, HAY ORQUÍDEAS, HAY PÁJAROS… [BALÚN CANÁN]

HAY ÁRBOLES, HAY ORQUÍDEAS, HAY PÁJAROS… [BALÚN CANÁN]

Fernando Vázquez 1. El panorama De entre los estados de la República hay uno en particular cuya historia ha estado ligada a la resistencia: desde los soctones, quienes prefirieron arrojarse —haciendo uso del punto más grande— del Cañón del Sumidero antes de enfrentar al yugo español, hasta la formación del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional en el año de 1994, Chiapas ha sido lugar de lucha; de un pueblo que no cede; donde la tierra, para quienes la conocen, siempre ha estado firme.

Lugar de basta tradición literaria, de una voz que, aún vencida, se niega a caer en el olvido. «Nosotros no hacemos más que regresar; hemos cumplido nuestra tarea; nuestros días están acabados. Pensad en nosotros, no nos borréis de vuestra memoria, no nos olvidéis», se cita en las primeras páginas de Balún Canán. Lugar verde de quetzales y dialectos que se anudan en la garganta. Lugar sagrado, lleno de recuerdos y advertencias: «Y tú, Mario, cuando vayas de cacería, no hagas lo que yo. Pregunta, indágate. Porque hay árboles, hay orquídeas, hay pájaros que deben respetarse. Los indios lo tienen señalados para aplacar la boca de los guardianes», en donde las voces del pasado convergen con las del presente; donde todavía la selva encierra memoria y misterio.

Balún Canán, nace de este mismo lugar, de esta convergencia y esta tradición. Una novela que es eco de las voces pasadas y huellas desdibujadas en la tierra.

2. La novela Publicada en 1957 y premiada en 1958 con el «Premio Chiapas», el nombre de la novela se deriva del maya antiguo Balunem K’anal, que significa «nueve estrellas» o «nueve testigos». Actual poblado de Comitán y lugar, junto Chactajal, en donde reside la familia principal de la novela, los Argüello.

Ambientada en la época del presidente Lázaro Cárdenas (1936-1940), Balún Canán se divide en tres partes: la primera y última narrada por la hija de siete años, cuyo nombre nunca se menciona, del matrimonio de Zoraida y César Argüello. La segunda parte da cuenta, a través de un narrador omnisciente, del conflicto entre los indios y los ladinos, de la educación gratuita que se convierte en garantía básica, de la repartición de la tierra y de los nuevos derechos constitucionales.

Balún Canán abre haciendo reminiscencia de la situación de la cultura indígena de Chiapas a través de un diálogo entre la narradora y su nana: «…Y entonces, coléricos, nos desposeyeron, nos arrebataron lo que habíamos atesorado: la palabra que es el arca de la memoria». Este primer contacto, entre la hija de los patrones y la nana indígena, marca el tono que ha de permanecer a lo largo del primer capítulo: la separación de dos diferentes culturas, la diferencia del lenguaje y la desigualdad de las clases sociales.

El segundo capítulo es una convergencia de distintas voces del pueblo: los indios que empiezan a exigir el cumplimiento de la nueva ley que garantiza la educación para sus hijos, la terquedad del patrón, César, por buscar una salida fácil al poner a su sobrino como maestro; el descontento y la revuelta que poco a poco va creciendo hasta desembocar en la sublevación encabezada por Felipe, representante de los indios, y el desenlace colérico de César Argüello al obligar a los indios a cumplir con su trabajo mediante amenazas de muerte.

En el tercer capítulo se retoma la voz de la hija de los Argüello, quien narra la partida de su padre a Tuxtla en busca de la ayuda del Gobernador para apaciguar a los indios y el deterioro en la salud de su hermano Mario a causa de una enfermedad, que se cree, es producto de brujería. A diferencia de los anteriores capítulos, éste se enfoca más en la familia Argüello y la creciente superstición de la madre ante la enfermedad de su hijo. La fe católica y la supervivencia también juegan un papel importante en este apartado al ponerse en duda la primera a causa de la segunda.

3. La escritora Rosario Castellanos (1925-1974) fue una laureada escritora mexicana del Siglo XX. Sus primeros textos, poemarios como Trayectoria de polvo y De la vigilia estéril, buscaban retratar la vida como «lugar de lucha en el que uno está comprometido», a la vez de dar cuenta de la vida cotidiana, de la ciudad y, ante todo, de la posición de la mujer en un México lleno –todavía– de un machismo exacerbado.

Su paso a la narrativa, según relata Emilio Carballido (a quien está dedicada la novela), tuvo lugar «después de largas pláticas entre Castellanos, Sergio Mañana» y el propio dramaturgo, pláticas que dieron paso al esbozo de su primera novela. Una en donde se retrataría el pueblo de su infancia, la cultura, la infancia, la soledad y el despotismo; donde la tierra siempre verde, los bosques y el legado de la civilización prehispánica, serían una segunda voz que brama, que escucha y que no se extingue.

Balún Canán cuenta con varios referentes autobiográfico: desde el pueblo de Comitán hasta la relación de la protagonista con su nana Rufina (relación que se ficcionaliza en la novela); la situación política y social que experimentó Castellanos al ser hija de terratenientes, así como las relaciones familiares entre sus padres, ella, y su hermano Mario.

Parte de la crítica ha visto en Balún Canán una clara temática indigenista, lo cual causó desacuerdo con la autora, quien explicaba al respecto: «[la temática] la constituye la persistencia de ciertas figuras recurrentes: la niña desvalida, la adolescente encerrada, la solterona vencida, la casada defraudada. ¿No hay otra opción? Dentro de esos marcos establecidos sí. La fuga, la locura, la muerte […] si lo consideramos bien, las primeras como las otras alternativas [la vida indígena] no son propiamente cauces de vida, sino formas de muerte».

Balún Canán es una de tres novelas que Rosario Castellanos llegó a escribir, siendo las otras Oficio de tinieblas (1962) y Rito de iniciación (1996).


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