top of page

13 veces DF

13 VECES D. F.[if gte vml 1]><v:shapetype id="_x0000_t75" coordsize="21600,21600" o:spt="75" o:preferrelative="t" path="m@4@5l@4@11@9@11@9@5xe" filled="f" stroked="f"> <v:stroke joinstyle="miter"></v:stroke> <v:formulas> <v:f eqn="if lineDrawn pixelLineWidth 0"></v:f> <v:f eqn="sum @0 1 0"></v:f> <v:f eqn="sum 0 0 @1"></v:f> <v:f eqn="prod @2 1 2"></v:f> <v:f eqn="prod @3 21600 pixelWidth"></v:f> <v:f eqn="prod @3 21600 pixelHeight"></v:f> <v:f eqn="sum @0 0 1"></v:f> <v:f eqn="prod @6 1 2"></v:f> <v:f eqn="prod @7 21600 pixelWidth"></v:f> <v:f eqn="sum @8 21600 0"></v:f> <v:f eqn="prod @7 21600 pixelHeight"></v:f> <v:f eqn="sum @10 21600 0"></v:f> </v:formulas> <v:path o:extrusionok="f" gradientshapeok="t" o:connecttype="rect"></v:path> <o:lock v:ext="edit" aspectratio="t"></o:lock> </v:shapetype><v:shape id="officeArt_x0020_object" o:spid="_x0000_s1026" type="#_x0000_t75" style='position:absolute;left:0;text-align:left; margin-left:285.5pt;margin-top:31.2pt;width:182pt;height:257.6pt;z-index:1; visibility:visible;mso-wrap-style:square;mso-wrap-distance-left:12pt; mso-wrap-distance-top:12pt;mso-wrap-distance-right:12pt; mso-wrap-distance-bottom:12pt;mso-position-horizontal:absolute; mso-position-horizontal-relative:margin;mso-position-vertical:absolute; mso-position-vertical-relative:line' wrapcoords="0 0 21600 0 21600 21600 0 21600 0 0" strokeweight="1pt"> <v:stroke miterlimit="4"></v:stroke> <v:imagedata src="file:///C:\Users\victor\AppData\Local\Temp\msohtmlclip1\01\clip_image001.jpg" o:title=""></v:imagedata> <w:wrap type="through" anchorx="margin" anchory="line"></w:wrap> </v:shape><![endif][if !vml][endif]

Durante un viaje reciente conocí a una persona que al lugar al que fuere se compraba una postal para después enviársela a sí mismo. La razón, me explicaba, era tener un recuerdo de ese «estar allí», para después poder hacer memoria de todo lo vivido.

Las postales, pienso ahora, son eso: un recuerdo de algún lugar, una imagen en la que al reverso anotamos mensajes, felicitaciones o pruebas suficientes de que estamos vivos; de que la vida se vive diferente en otra parte del mundo; las postales nos narran viejas historias que la memoria ha olvidado. Algo similar a lo que escribía Lorca: «Porque los recuerdos de viaje son una vuelta a viajar pero ya con más melancolía y dándose cuenta más intensamente de los encantos de las cosas».

13 veces D. F. juega precisamente con este recordar. Se trata de historias, sí, pero presentadas a nosotros en forma de teatro, un teatro que nos demuestra las diferentes facetas de un sólo lugar: el ambiente siempre urbano de la actual Ciudad de México. Se explica así en el prólogo:


Un álbum de postales, cada vez más grueso, que hace ya casi 40 años empecé a coleccionar. Las hay tomadas por mí mismo y las hay encontradas en los periódicos, las hay ya, viejas, medio amarillas, como algunas heredadas de principio de siglo… Y si una sola dice poco, ya todas juntas suelen decirnos más y más, conforme las barajemos y observemos los contrastes.


De modo que, inspirado por las imágenes de las postales, Carballido nos presenta estas historias, obras en su mayoría en un sólo acto, en donde podemos «volver a vivir» ese Distrito Federal de unos ayeres. Lo curioso sucede cuando al ir leyendo las historias, ubicadas casi todas en la década de los setentas, nos encontramos con que todavía es posible presenciar más de una de ellas en la actualidad: parrandas, amores prohibidos, asaltos y robos, pero también risas, reencuentros y matrimonios.

Este contar atemporal obliga a uno a preguntarse por esa «naturaleza urbana»: ¿lo que sucede en estas grandes metrópolis, es siempre lo mismo? Probablemente, pero es también diferente y en esa pequeña asonancia es en la que Carballido tiene éxito. 13 veces D. F. nos da exactamente eso, historias de la vida cotidiana de un lugar donde todo lo posible sucede, con esa actitud tan propia del mexicano.


POPULAR
RECIENTES
ARCHIVO
CATEGORÍAS
No hay etiquetas aún.
bottom of page