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LAS MORADAS DEL CASTILLO INTERIOR DE SANTA TERESA DE JESUS

JESÚS RODRÍGUEZ BARRERA



Las moradas del castillo interior de Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús vivió y escribió durante el siglo XVI en España. Junto con Fray Luis de León y San Juan de la Cruz, se le reconoce como una de las tres grandes representantes de la literatura religiosa de las letras castellanas. Teresa, a sus 19 años, ingresó en la Orden carmelita, la cual después quiso reformar con reglas más severas. Por esto y por el Libro de su vida fue perseguida por los carmelitas calzados y procesada por la Inquisición. Luego quedó libre y fue una de las fundadoras de la Orden de los carmelitas reformados o, como son más conocidos, los carmelitas descalzos.

Su obra más famosa y, para algunos críticos, la más importante es Las moradas o El castillo interior, a veces también escrita con ambos títulos: Las moradas del castillo interior. En este libro, Teresa se dirige “a sus hermanas e hijas, las monjas carmelitas descalzas” (33), pues quien se lo encargó a escribir le dijo que algunas de las monjas tenían dudas acerca de la oración.

Entonces, lo que hace Santa Teresa para resolver las dudas es, primero, comparar el alma con un castillo “todo de un diamante u muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, ansí como en el cielo hay muchas moradas” (37). A partir de esta comparación, la escritora religiosa continúa con la descripción de siete moradas por las que pasarían las monjas si siguen el camino de la oración.

Las tres primeras moradas son descritas sin mucha dificultad. Sin embargo, a partir de las cuartas, la Santa se encomienda al Espíritu Santo para que “lo entendáis, porque comienzan a ser cosas sobrenaturales, y es dificultosísimo de dar a entender” (67). Entonces, desde estas cuartas moradas el lenguaje es un poco más complicado y la descripción un poco más tediosa, ya que la Santa debe contar con palabras una experiencia mística, sobrenatural, inefable.

Pues bien, en esta obra leemos un tipo de guía espiritual para lograr un acercamiento hacia Dios. El camino para este acercamiento, según lo dicho por Santa Teresa, sería a través de la ascesis, del ascetismo. Es decir, a través del propio esfuerzo de la persona, que por medio de ejercicios (servir a Dios), mortificaciones y la oración se desprende de las cosas mundanas y se acerca cada vez más a Él.

No obstante, si bien alcanzando las moradas se acercan a Dios, la escritora religiosa advierte a las monjas que no descuiden sus oraciones, sus pensamientos ni sus acciones. Si esto pasare, escribe Teresa, es probable que recaigan y se alejen del camino de perfección de vida espiritual, pues el diablo está siempre atento a esos tropiezos. Las personas, aunque estén en las sextas moradas, no deben desviarse, “divertirse” como escribe la Santa: “Pareceros ha que hablo con los que comienzan, y que después pueden ya descansar… ¿Es para que se echen a dormir? ¡No, no, no!” (184).

Amén de hablar del esfuerzo que las personas deben tener y de las moradas por las que pasarían, la Santa menciona algunas de las mercedes que recibirían si sirven a Dios y siguen el camino de la oración. La más alta merced, dice la escritora religiosa, es la unión con Su Majestad: para las monjas, llegar a ser sus esposas.

Teresa de Cepeda y Ahumada nació en Ávila, en 1515; fundó 17 conventos en Castilla y Andalucía; escribió en prosa y en verso; fue reformadora de la Orden de los carmelitas. Murió en Alba de Tormes, en el año de 1582. Sus Moradas fueron publicadas seis años después, en 1588. Fue canonizada en 1622 y ahora es más conocida como Santa Teresa de Jesús.

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